Iba un poco nerviosa, pensé qie se resistiría a recibirme, como en otras pcasiones, pero no... Esta vez tenía la puerta abierta. Así que me senté y comencé yendo directa al grano. Le dije que estaba muy contenta con su guardería, pero que me habían dado plaza en esta otra, que, además de ser mucho más barata, también había oído maravillas.
Se lo tomó bastante bien, supongo que porque no paré de elogiar su guardería. La verdad es que estaba muy contenta con el servicio, aunque empezaba a ponerme nerviosa con las críticas que me estaban llegando de otras madres (que si te no te dan otra agenda diaria cuando se te acaba la primera y tienes que pedir los informes de palabra, que si el menú de los mayores no es muy equilibrado, que si las chicas son un poco tranquilonas y te lo dan con el pañal sucio en muchas ocasiones...). Puede que en la nueva me pase lo mismo, pero habrá que probarla de primera mano.
Volviendo a la conversación. La directora se mostró muy comprensiva. Me dijo que lo entendía y que la otra guardería tenía unas instalaciones maravillosas, pero que la gente que iba aun centro y a otro distaba mucho en clase social y distinción. Al ser la otra más barata me daría cuanta de que las madres iban a recoger a sus pequeños en... ¡zapatillas de deportes! y no en botas o zapatos de última moda cómo en la suya. De repente se me encendió una lucecita y traté de esconder mis pies debajo de la mesa todo lo que pude. Ya sé porque esa señora me ignoraba siempre que podía. ¡Yo era una de esas desarrapadas que cometían el grave error de ir a recoger a sus hijos en playeras! Así que para ir al parque de juegos hay que ir supermonísima.
Compartí mis impresiones con las otras madres del parque de niños, de las que el 90% tiene a su hijo en esa guardería para 'top models', efectivamente iban monísimas, pero afortunadamente coincidían conmigo: esta directora es un poco pija.
Una de ellas me contó que le había prohibido llevar al niño en pijama a clase, "Así que le pongo chandal para que vaya cómodo". Otro punto más para que me odie. Me pasé meses llevando al niño a la guardería con preciosos y cómodos pijamitas. Hasta que me pidieronq ue ya no lo hiciera porque empezaba andar y se resbalaba con las patitas de los mismos. Entonces empezamos a vestirlo y ponerle zapatitos. Antes ¿para qué?
Empiezo a comprender por qué esta señora me miraba tan mal cuando me acercaba a la puerta de la guardería para recoger a mi hijo. Supongo que estará pensando que por fin me junto con los míos: las mamás con zapatillas de deportes e hijos cómodos.
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