Hemos llevado a Daniel a un parque fuera de los común. Se llama Parque Europa y está en Torrejón de Ardoz. Me habían hablado muy bien de él. Por lo visto abrió sus puertas en el mes de septiembre y sus caminos están plagados de monumentos europeos: La puerta de Branderburgo, un trozo del muro de Berlín, la Torre de Belem en Lisboa, los molinos de Holanda, el puente de Londres, la Fontana di Trevi... y mucho más, todo en un entorno nuevo y limpito. Tampoco se habían olvidado de los más pequeño y el parque está plagado de zonas infantiles y de actividades varias. Vamos, que me encantó. Y al pequeñajo también. Cómo abría los ojitos, que parecía que se le iban a salir. Lo que más le gustó pareció ser la Torre Eyffel. Agarraba los barrotes de la pequeña copia (comparada con el original) y la sacudía con alborozo.
Cómo nos hizo un día estupendo Daniel pudo correr alegremente por el cesped. Incluso pasamos calor. Lo malo es que con ese solazo no se podía estar en los parques infantiles. El niño es demasiado pequeño para echarlos de menos, pero ya le traeremos de nuevo para que pueda montarse en los columpios que simulaban castillos medievales y cohetes espaciales.
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