Ahora sí que tiene mi niño la boquita llena de dientes y no parece que le esté molestando demasiado. No le ha dado fiebre, sólo tuvo el culo rojete en una ocasión, tampoco babea de forma exagerada. Las noches me las hace pasar mal, pero eso ha sido así desde que nació, con lo que se está convirtiendo en una rutina para los dos. En realidad para los tres, porque su padre también lo sufre.
¡Anda que no está guapo mi pequeñín con todos esos incisivos! Nada menos que seis. O eso creo, porque no me atrevo a meterle los dedos en la boca que me los muerde. Y además con ansia. Así a simple vista y basándonos en el ancho de su sonrisa al menos seis.
¡Hay que verle comer sólido! Le encanta. Se come lo suyo, lo tuyo, lo de Raúl y, el otro día, la merienda de un niño del parque. Si es que , ya que los tiene, habrá que usarlos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Me encanta saber lo que piensas.