Un día, en el parque, Daniel se dió un castañazo espectacular, aunque no hubo que lamentar daños graves. Gracias a Diós.
Saqué los palitos de pan de la bolsa del carritoy mi hijo se emociónó. Se levantó de un tirón y antes de que yo, o ninguno de los otros padres pudieramos reaccionar, se arrancó en una carrera entusiasta que acabó con tropezón y aterrizaje con la cara en la arena. Todos nos avalanzamos hacia él. Llegó otra madre primero, pero enseguida lo pasó a mis brazos. Daniel lloraba desconsoladamente. Yo trataba de calmarlo sin éxito. Hasta que otro padre me dijo con mucha calma: "Dale el palito de pan. Es lo que quiere". Y efectivamente. Se lo dí y se quedó tan contento rechupeteándolo. Miré detenidamente a mi retoño para evaluar daños. Parecía 'Dos caras', el malvado de Batman. Otra madre que llegaba en ese momento salió corriendo hacia su casa para bajarme una barrita que venden en las farmacias para bajar golpes e hinchazones.
Lo bueno es que Daniel estaba feliz de nuevo y pasándoselo bomba en los columpios. Si es que no te puedes despistar ni un segundo. Hay que aprender a ver mediante el tacto los objetos que guardas en la bolsa mientras no quitas el ojo de encima a tu hijo.
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