sábado, 30 de octubre de 2010

Lío en el supermercado



Hay veces que no queda otro remedio que arrastrar al peque contigo al supermercado. Muy pocas veces realizo este deporte de riesgo sin la compañía de mi marido. Cuando voy sola me las veo y me las deseo para cargar con niño, carrito y compra.

Hay que añadir que al bebé no le gusta nada ir a la compra, así que boicota todo lo que puede. Cuando vamos los tres, suelo entretenerle con lo primero que pillo mientras Raúl se encarga de comprar en serio.

A mi marido no le gusta mucho esa solución, porque es de los que piensa que deberíamos dejar llorar a Daniel hasta que se cansara y nosotros hacer la compra tranquilamente. Pero a mí se me encoge el alma cuando pone el modo bocina. Además, de que no se limita sólo a berrear. También se revuelve en la silla como un animal salvaje y cualquier día se la carga. Yo llego agotada casa después de cada incursión para buscar alimento. Prefiero buscar el hueco cuando está en la guardería, aunque tenga que ir a la velocidad del rayo para que me dé tiempo también a comer.

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