Hay algo que temo más que al teléfono cuando llega la hora de meter a Daniel en la cuna. En realidad son dos factores que dificultan en gran medida que el pequeñajo coja el sueño. Las noches que cojo a Daniel en brazos para llevarle a su habitación y de repente oigo un sueve "hip" me echo a temblar. Rezo por que se le vaya el hipo pronto y le enchufo el biberón de agua en cuanto tengo ocasión. Cuando era más pequeñín se le quitaba mamando, así que supongo que con el biberón debería ser lo mismo. Aunque doy fe de que no tiene la misma efectividad.
El pobre Daniel da vueltas y vueltas por la cuna buscan un postura cómoda mientras hipa de una forma muy molesta. Cuando parece que ya se va a quedar dormidito, vuelve a hipar y cambia de postura. A veces lloriquea un poco y aprovecho para darle más agua y el chupete, que también parece que algo hace.
Peor resulta cuando el pobre tiene tos. Entonces sí que tenemos una larga e insómnica noche por delante. Tose, se despierta, llora, le consuelas, le das aguita, el chupete y vuelta a dormir hast el siguiente ataque de tos. Otras veces la que tose o estornuda soy yo y desbarato todo el trabajo que tenía hecho. A veces está a punto de caer y me viene un tos inoportuna. Trago saliva para evitarla, peromuchas veces no hay remedio y ya tienes un bebé con los ojos como platos mirándote molesto.
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