Debería estar contenta porque soy yo la que le va a buscar a la guardería, le llevo al parque, juego con él toda la tarde, le doy el baño... ¡Vamos! La parte divertida. Pero cuando le siento en el carrito para que se lo lleve la abuela me da la absurda impresión de que el niño se siente traicionado y me dan ganas de llorar. Lo cierto es que se enfada muchísimo conmigo y ya no quiere que le dé besitos ni nada. Me aparta con su bracito y me mira muy mal. Cada mirada se me clava un puñal. Estoy segura de que él lo sabe y redobla su enfado sólo para hacerme sufrir. Si es que los niños son muy crueles.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Me encanta saber lo que piensas.