Cada vez que observo como juega el mayor de mis hijos me sorprendo más. Ya es capaz de crear cosas por si sólo con sus juguetes usando su imaginación. Luego nos enseña sus creaciones a papá y a mí. Me encanta verle pensar y colocar piezas. Que pena que tenga tan poca paciencia y en cuanto no le sale algo ya nos está llamando para que le ayudemos en vez de perseverar. Estoy segura que con el tiempo irá aumentando su paciencia.
Iván, por su parte, aguanta jugando sólo bastante tiempo. Una media horita, la mayoría de las veces. Para un bebé de un año me parece un triunfo. Cómo se nota que no tengo tanto tiempo para jugar con el como tenía con Daniel. Aún así, intento sacarlo de vez en cuando para pasar ratos mamá-bebé.
A veces lo veo encaminarse con su andar inseguro a la habitación de los juguetes el solito y pasa un buen rato hasta que le vuelvo a sentir merodear por la casa. Desde luego, es plenamente consciente de dónde guardamos los preciados juguetes en esta casa.
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