Revolución, revolución...

Por el colegio de mayores suenan los tambores de guerra. Un grupo de padres se han unido para hacer frente a la institución. El meollo del conflicto: los niños son demasiado pequeños para tanta autonomía. La bomba estalló cuando los niños empezaron a hacerse pis y caca en masa y, a raíz del suceso, no querer volver nunca más al cole. Los pobres se pasaban horas sucios hasta que los padres podían escaparse del trabajo.

Daniel me vino un día caricontecido a contarme que estaba triste porque se había hecho un poco de pis en el comedor. "Estoy triste" me dijo. "¿Por qué?" le pregunté yo "¿Quien no se ha hecho pis alguna vez en la vida en diferentes circunstacias? No pasa nada, cariño", mi niño me miró con una rayito de esperanza en los ojos. "¿No pasa nada?" repitió. "No pasa nada" le aseguré. "¡No pasa nada!" Exclamó contento. Y se fue dando saltos al parque.

Otros casos del supuesto desamparo de estos niños-bebés vienen reflejados en sus chichones, brechas, heridas varias, moratones... Son pequeños y juegan a lo bruto. Tantos niños son muy difíciles de controlar. Un día me llegó Daniel empapado de los pies a la cabeza. No sé cuantas horas estuvo así. Supongo que los niños son más fuertes de lo que pensamos y sobreviven perfectamente a todo esto. Intento hacer memoria y creo que yo también llegué a casa con raspones, chichones, desgarrones y manchas descomunales cuando era pequeña, aunque los recuerdos no me llegan a los tres años. ¿Me sentí desorientada, sola, descuidada...? No lo sé. No debió ser para tanto si no me acuerdo de ello.

El grupo de padres en cuestión no parece que sean muy agresivos ni belicoso. Por ahora quieren canalizar el asunto por medio del AMPA, lo que a mí me parece muy bien. Es la herramienta que tienen los padres para influir en el colegio.