El jueves quedé con unas amigas a tomar café en el centro comercial de Príncipe Pío. Nos olíamos que iba a llover y decidimos quedar bajo techo. Tenía por delante un buen trayecto en metro y una velada que ya sabía yo que no sería nada tranquila. Desde el día anterior puse en situación a mi hijo mayor para que me la liara poco. Estaba emocionado ante la idea de coger el tren. Ese día recogí a los pequeños, los llevé a casa a merendar y empezamos la aventura.
La silla que compramos por una urgencia es maravillosa en cuestión de manejo, porque pesa poco y no hay escalera que no pueda subir y bajar yo sola y sin ayuda. Daniel se portó muy bien y me obedeció en todo, así que no se puso en peligro en ningún momento. Iván también fue bueno. Iba masticando una magdalena (siempre que se porta bien es porque está comiendo). Cuando se le acabó no dudó en alargar el brazo y arrancar un buen trozo de la de su hermano. Daniel se quedó atónito. "Bueeeno mamá. La comparto" Acertó a decir mientras el bebé la engullía ajeno a su travesura.
Llegamos sin problema al centro comercial y a la cafetería en cuestión, tras pararnos unos minutos en los coches de monedas (si no se sube en uno a Daniel le da algo). Allí mis peques se enzarzaron a liarla con las típicas máquinas de bolas con sorpresa. Iba a comprarles una, pero cuando vi el precio (¡Dos euros!) cambié de idea.
Como era de esperar, mis amigas charlaban tranquilamente mientras yo corría detrás de uno y otro chiquillo. Sobre todo, detrás de Iván, que se empeñaba en entrar a las tiendas para manosear y babear el género. Los aspitos sirvieron un rato, pero mi niño pequeño ya estaba harto de comer y pronto comenzó a dar guerra.
Maena quiso quitarme trabajo y se llevó a Daniel a dar una vuelta. Espero que se portara bien, porque cuando volvieron, mi primogénito se enrabietó porque quería un juguete que yo no estaba dispuesta a comprarle y ya no hubo manera de razonar con él. Mi amiga le dio un regalo que le había comprado. Unas maquetas fantásticas para hacer dragones en 3D que fliparon a Raúl cuando las vio, pero el niño no estaba para nada. Harta de lloros y en vista de que ya era tarde me despedí de las amigas, senté a Iván en el carrito y me fui con el paquetito de Iván sin abrir. Los normal es que lo abramos en el momento, pero con el agobio se me olvidó.
Cuando ya estábamos saliendo del centro me acordé del paquetito y ayudé a Iván a abrirlo. ¡Era un pompero! En cuanto Daniel lo vio se le iluminaron los ojos. Viéndole contento le tendí el juguete para que hiciera pompas a gusto. Llamamos a Maena para agradecerle el regalo por fin. No me gusta que piensen en mis hijos y éstos se comporten de forma desagradecida. Me había ido con mal sabor de boca por la perreta de Daniel que había impedido que le diera un beso a Maena en agradecimiento por el regalo. El chiquitín dió las gracias por teléfono sin dejar de soplar por el agujerito lleno de jabón.
Una pena que se le cayera y se desparramara todo el jabón. Mientras limpiaba el desaguisado con las benditas toallitas para evitar accidentes entre los transeuntes a Daniel le dio otro ataque. Volví a usar la misma técnica que antes: "Daniel, me voy. Tú haz lo que quieras". Hay ahora siempre me ha funcionado y el peque me sigue. Llorando, pero me sigue.
Ya en el metro volvió a tranquilizarse con mi promesa de que en casa le rellenaría el pompero con agua y jabón para que siguiera haciendo pompas. Lo llevaba bien agarrado como si fuera un gran tesoro.
El recorrido en metro volvió a ser bueno. Se ve que mis niños tienen sangre viajera. ¡Y por fin en casa! LLegué reventada y deseando meterlos en la cama.
Al menos, Daniel no protestó al meterse en la bañera porque sabía que le iba a dejar jugar a hacer pompas de jabón.
Eso sí, al despedirme de las chicas aseguramos que quedaríamos de nuevo...¡sin niños!
Ese centro comercial está muy cerca de casa de mis padres y voy mucho, hubiera estado bien encontrarnos ^_^
ResponderEliminar¿Nos hubiéramos reconocido? Cuando quieras un café, aunque no te recomiendo que sea con mis fieras :S
Eliminar¿Sin niños? !Pero bueno! Ja, ja, ja...
ResponderEliminarPor aquí llevamos un año sin quedar a tomar café con los amigos. Nos huyen como si tuviéramos la peste, ja, ja, ja...
Besotes.
No sé si tengo suerte o desgracia, pero parece que a mis amigas les hace gracia verme correr como una loca detrás de mis chicos. Siempre me dicen que les quieren ver :S
ResponderEliminarPrefiero quedar sin niños para charlar tranquilamente, que ya quedo con los amigos de los peques para que se lo pasen bien casi todos los días. De todas formas, el tiempo escasea y es difícil tomarse ese café con amigos.
De todas formas, con lo buenísimo que eres tú... No me creo que los amigos de tus papis no les rueguen que vayas a verles ;)