Estábamos jugando en el parque cuando, de repente, me llegó un olorcillo inconfundible a pañal sucio. Daniel se lo estaba pasando genial imaginando que estaba en un taller mecánico y arreglando sus coches, así que tuve que prometerle el oro y el moro para que accediera a ir a casa sin montarme un numerito. Al final cedió a cambio de que le montara un lavadero de coches en el baño. Sabía que aquello acabaría mal, pero el culito de Iván corría peligro de pañalitis, así que le dije que sí mientras montaba al bebé en el carrito.
Una vez en casa subsané la emergencia sanitaria y luego monté el tinglado para el mayor. Le puse las botas de agua y el chubasquero porque cualquier precaución me pareció poca. Le preparé un improvisado lavadero en el bidé con un limpiabiberones viejo, jabón, que le puse en una tacita, una toallita de tocador y el grifo del propio bidé. Le conminé para que fuera ecológico y enjabonara más que aclarara y me marché a hacer cosas propias del hogar seguida de Iván. Para evitar males mayores, cerré la puerta del baño, no fuera a ser que a Daniel le diera por lavar a su hermanito en vez de a los coches.
Cada cinco minutos echaba un vistazo y todo parecía ir bien. Al rato oí salir agua con demasiado impulso y corrí hacia el baño. Cuando abrí la puerta me encontré al chiquitin con el grifo en la mano y el agua a toda presión salpicandolo todo. Con la rapidez del rayo coloqué la manija en su lugar y cerré el caudal. Saqué a Daniel en volandas. Le quité las botas y el chubasquero. Y cerré la puerta. Esto es todo lo que me dejaron hacer los peques a partir de ese momento hasta que pude acostarles a la siesta y sacar a pasear a la fregona.
El grifo del bidé está roto y no lo arreglo porque me viene bien desmontarlo cuando Iván pulula cerca, así me ahorró inundaciones desagradables. No caí en que Daniel podía tener problemas con eso hasta que fue demasiado tarde. Cuando el peque se levantó de la siesta me pidió con sus ojos más encantadores que le volviera a montar el lavadero, pero ¡me negué en redondo!
Estoy segura de que la versión de los hechos dista mucho de según quien la cuente. Tu hijo quedó encantado!! jajaja. Ya solo con las botas de agua y el chubasquero se les hace la boca agua...
ResponderEliminarSeguro que Daniel pensó: "Ala! Que diver ¿Por qué no se me rompería antes el grifo? Esto se ha convertido en una auténtico parque acuático de atracciones" Pero la realidad es que no hay que dejar que los niños jueguen con grifos. Cometí el error porque soy una madre blanda ¡Sight!
Eliminarqué mamá tan consentidora!!!!!!!! pero y lño bien que lo pasó!!!! la verdad es que es una muy buena idea...... espero que eso...no sea la escobilla del Wc ejem.......
ResponderEliminarNooooooo. Es el limpia biberones jaja. Uno que ya tenía muy usado y era para tirar. Aunque últimamente todos los cacharros que tengo para tirar pasan a la lista de juguetes más deseados de Daniel. Reciclar, reciclar...
Eliminarya veo lo bien que se lo pasan tus niños!
ResponderEliminaren unos años te veo montando un tunel de lavado jajja!
Pues está deseando ir a uno. Tenemos que buscar uno en que nos podamos quedar dentro mientras lo lavan. Vaya cosas le gustan a este niño!
EliminarQué monda!!! para nosotros el bidé también es un peligro... Carmen lava de todo allí.... últimamente las Pin y Pon están que no paran.
ResponderEliminarBss
Estarán relucientes jaja
Eliminarjajajajajajajaja.
ResponderEliminarq no q noooo,q tenías q haberle montado de nuevo el grifo !!!
q yo quería ver el resultado final !!! jejejejeje.
es q la lían donde menos lo esperas :D
besos
Calla, calle. Que no queremos piscina en esta comunidad ;)
EliminarJajajajajaj, la foto es buenísima!
ResponderEliminarCualquier precaución es poca con este peque. ¡Te lo aseguro!
EliminarQue bueno!!!,me encanta hay con su chubasquero
ResponderEliminarEstá muy gracioso con todas las protecciones jaja
EliminarJa ja, a pesar de las precauciones de chubasquero y botas (que por cierto, está graciosísimo) el agua salió por todas partes. Al menos se lo pasó genial ese rato.
ResponderEliminarNo me extraña que ahora pienses que "una y no más santo tomás" ja ja.
Por lo menos él no se mojó. Fue lo único. La verdad es que se lo pasó pipa jeje
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